Cómo hacer que mis hijos se involucren en mi salud
Sin duda, es natural desear mantener nuestra independencia conforme pasa nuestro tiempo de vida, pero también es importante reconocer cuándo necesitamos apoyo y cómo podemos obtenerlo de nuestros seres queridos.
Ser una persona mayor independiente no significa que debamos enfrentar solos los desafíos de la salud. A menudo, nos encontramos en situaciones donde la dependencia o las condiciones médicas nos hacen necesitar el apoyo y la atención de nuestra familia. Por ejemplo: trasladarnos a nuestras consultas médicas, nuevos diagnósticos clínicos o apego a tratamiento farmacológicos pero por dificultad visual no observamos las indicaciones de manera correcta. Por ejemplos como estos se convierte fundamental que los hijos estén presentes y dispuestos a colaborar en nuestra salud emocional, física y social.
Ahora bien, ¿Cuál es la importancia de que la familia se involucre en nuestra salud? La presencia activa de nuestros seres queridos en nuestra atención médica puede marcar una gran diferencia en nuestra calidad de vida. Su apoyo emocional nos brinda confort y seguridad, mientras que su participación en nuestra atención física nos asegura que recibamos el cuidado adecuado y oportuno.
Es decir, que estén presentes, escucharnos, comprender nuestras necesidades y preocupaciones, y trabajar junto a nosotros y nuestros médicos para encontrar las mejores soluciones para nuestro bienestar. Esto implica un compromiso constante y una comunicación abierta y honesta.
Entonces, ¿cuándo es el momento adecuado para que nuestros hijos se involucren en nuestra salud? La respuesta es simple: desde ahora mismo. No esperemos a que surja una emergencia o una situación crítica. Invitémoslos a formar parte de nuestro cuidado desde el principio, involucrándolos en nuestras citas médicas, compartiendo nuestras preocupaciones y estableciendo un plan de acción conjunto.
Aquí hay algunas formas prácticas:
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Acompañamiento a consultas médicas y ser apoyo emocional durante los tratamientos.
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Ayuda para recordar y administrar nuestra medicación de manera adecuada.
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Investigar y proporcionar información sobre nuestro estado de salud y las opciones de tratamiento disponibles.
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Organizar actividades físicas o recreativas que fomenten nuestro bienestar.
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Mantener la conexión social y participar en eventos y actividades comunitarias.
Y ahora, lo más importante: ¿cómo podemos hacer que nuestros hijos se involucren en nuestra salud? La clave está en la comunicación abierta y en expresar claramente nuestras necesidades y expectativas. Invitémoslos a ser parte de nuestro equipo de cuidado y reconozcamos su importancia en nuestra vida.
Por ejemplo, podríamos decirles: «Queridos hijos, me gustaría que estuvieran más presentes en mi cuidado médico. ¿Podrían acompañarme a mi próxima cita con el médico para que puedan entender mejor mi situación y las recomendaciones del profesional de la salud?» O también podríamos expresar: «Siento que necesito un poco más de apoyo en el día a día con mi tratamiento. ¿Podríamos sentarnos juntos y crear un plan para recordar mis medicamentos y mis citas médicas?» Al comunicarnos de esta manera, estamos abriendo el diálogo y mostrando a nuestros hijos que valoramos su participación activa en nuestra salud.
En resumen, no tengamos miedo de pedir ayuda y apoyo a nuestros hijos cuando lo necesitemos. Juntos, podemos enfrentar los desafíos de la salud y disfrutar de una vida plena y saludable en la edad dorada.