El abuelazgo en México: herencia cultural y fuerza social
“Para los nietos, los abuelos son como una mezcla de cuentos, paciencia y amor infinito”.
Y aunque esta frase pueda sonar romántica, en México el abuelazgo es mucho más que abrazos y anécdotas; es un rol social, cultural y familiar que ha marcado generaciones y que hoy enfrenta nuevos retos.
Ser abuelo no significa solamente haber cumplido cierta edad, ni tampoco que todas las personas mayores tengan nietos. El abuelazgo es un rol social y afectivo que se construye en la relación con los hijos y nietos, y que varía de acuerdo con el contexto de cada familia. En otras palabras: ni todas las personas mayores son abuelos, ni todos los abuelos son personas mayores.

En la familia mexicana, el abuelo o la abuela suelen ser vistos como un pilar fundamental. Son quienes transmiten historias, costumbres y hasta recetas que se vuelven tradición. Son consejeros, cuidadores en muchas ocasiones, guardianes de la memoria familiar y, a veces, los cómplices más fieles de la infancia. Quién no recuerda a una abuela diciendo “¿ya comiste, mijito?”, o a un abuelo contando el mismo chiste mil veces y riéndose como si fuera la primera. Estos momentos chuscos y entrañables se mezclan con el valor profundo de sentirse parte de una historia que nos antecede.
Pero al mismo tiempo, el abuelazgo en México no es un camino sencillo. Con los cambios generacionales, muchas familias han modificado la forma de convivir con sus mayores. Hay hogares donde los abuelos tienen un papel central en la crianza de los nietos, pero también hay otros donde se ha vuelto común la indiferencia, la poca participación o incluso el abandono. La situación económica también juega un papel importante: muchos abuelos en México siguen trabajando para sostener a sus familias, mientras que otros dependen totalmente de ellas para sobrevivir. Y cuando aparecen condiciones como el Alzheimer u otras enfermedades crónicas, la falta de preparación y apoyo familiar suele generar tensión, desgaste y, lamentablemente, en algunos casos, malos tratos.
Vale la pena recordar que el abuelazgo no debería ser una carga ni una excusa para el desinterés. Los abuelos son personas con proyectos, sueños y derechos, no únicamente cuidadores disponibles o figuras decorativas en las reuniones familiares. Reconocer sus aportes no significa idealizarlos, sino darles el lugar justo y digno que merecen en la sociedad.
Hoy más que nunca, es momento de reflexionar: ¿cómo tratamos a los abuelos en nuestras familias? ¿Los escuchamos, los integramos, los cuidamos, o los relegamos al silencio? El buen trato hacia los abuelos comienza en lo cotidiano: en la paciencia, en el respeto a sus decisiones, en el acompañamiento a sus procesos de salud y, sobre todo, en reconocer que detrás de cada abuelo hay una vida llena de experiencias que merecen ser valoradas.
En México, el abuelazgo sigue siendo una fuerza social poderosa, pero necesita adaptarse a los nuevos tiempos. Se trata de cuidar la herencia cultural y emocional que representan, al mismo tiempo que abrimos paso a una convivencia más justa, amorosa y consciente. Como dice un dicho popular: “el que no oye consejo, no llega a viejo”. Escuchar, cuidar y respetar a los abuelos no es solo un acto de amor, es también un aprendizaje de vida que tarde o temprano todos necesitáremos.
Elaborado por Jazmín Camacho | Gerontóloga